Yo me subí a un pino verde

Trepé por su largo tronco, se dobló a mi paso, como saludándome y, agarradita a sus ramas, me empujó a mi otro lado y me sacó de mis casillas, y me metió en la madriguera del conejo, y me enseñó lo que es bueno, después me posó suavemente de nuevo en el suelo arenoso.
Espero que la próxima vez me quiera llevar allá donde tu vayas porque en esta ocasión solo me ha acompañado hasta la puerta.

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