Cerrado por…

Hace un año que entré en esta casa, pasé de tener solo dos ventanas a tener seis, así que todavía no he puesto una cortina en esa, había algunas más urgentes. No es necesario desde ningún punto de vista, al menos desde mi punto de vista. No me preocupa, sé que acabaré tapándola, porque sí, porque quedará mejor pero no porque haya que ocultarse. Y no veo a nadie, si no lo veo, ¿no existe?
Desde el otro lado me verían sentada en mi silla de oficina roja y escribiendo, por ejemplo, esto; hablando sola de vez en cuando, quizás, porque una chiflada que se precie ha de hablar sola o con las cosas que tiene al lado. Es genial que un chiflado sea a la vez alguien que tiene algo perturbarda la razón y también alguien que se siente muy atraído por algo o alguien porque eso nos sitúa… dejadme pensar… a todos como chiflados.
Justo enfrente de mi desnuda ventana, a dos metros más o menos, hay otra, nunca la he visto abierta, nunca he visto subir la persiana, además tiene una reja negra de arriba abajo. En trescientos sesenta y cinco días, día arriba, día abajo, no ha entrado un rayo de sol en esa habitación. Todos creemos que el otro está más chiflado que uno mismo y en lo que se refiere a esta ventana, os aseguro que parece así.
Hitchcock y Allen ya habrían teorizado y filmado algo al respecto.
Yo también he teorizado, desde los sucesos más cruentos, lo he imaginado como piso franco de alguna célula terrorista o traficante de estufas catalíticas, pasando por historias muy penosas protagonizadas por niños o enfermos e incluso tendencias suicidas y diogénicas.
El cine es muy inspirador: he imaginado observándome al personaje un tanto inquietante junto al que esconden a Alexander en la película de Ingmar Bergman, después de que el amigo judío de su abuela les haya rescatado a él y a su hermana Fanny de la casa del malvado obispo, escapan metidos en un baúl. El extraño hermano inteligente y atractivo pero morboso (y peligroso/a, se cuenta en el filme) vive en una celda dentro de esa fantástica tienda de objetos increíbles y mágicos, al menos a los ojos de Alexander, que ya sabemos que posee una fantasía exacerbada (que conste que estoy a favor de la misma).
No se sabe muy bien si la reja y estar encerrado bajo persiana de madera verde es una cosa externa o interna, quiero decir, ¿es el extraño el que no debe infiltrarse o es el interno el que no debe vertirse o precipitarse? Todavía no he llegado a ninguna conclusión, ni llegaré, es mejor fantasear, si tenéis alguna otra teoría es bienvenida, por ejemplo que los rayos del sol hacen mucho daño a los muebles de caoba oscura o que tengo unos vecinos que se dedican a la cría ilegal del topo, que como todo el mundo sabe es muy útil para sabotear cultivos ajenos que, a fin de cuentas, es lo que abunda en las comunidades de vecinos de los centros urbanos de ciudades actuales.
¿Y si se dedican al cultivo de setas?, ¿lo veis? no puedo parar.

Comentarios

  1. Hola Eva, cuando me mudé a la casa en la que vivo en Lavapiés, me sorprendió mucho lo cerca que iba a estar de los vecinos de enfrente, pasé un par de años sin cortinas y luego las puse, pero están siempre descorridas. En una ocasión me pasó algo curioso:
    Estaba en un instituto haciendo una sustitución, alguién comentó que si vivía en Lavapiés tal vez conociera a Fermín. Fermí levantó la cabeza (estaba sentado en ese momento enfrente de mi en la sala de profesores) me mira y me dice ¿eres el de la barba? y yo le respondo ¿eres el marido de la rubia? Era mi vecino de enfrente.

    Me ha gustado mucho tu blog,

    nos vemos!

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  2. El mundo es pequeño. Si finalmente se dedican a lo de las setas yo les pediría una cantidad.
    A lo mejor son diseñadores de algoritmos secretísimos ;)
    Gracias, Joseángel.

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