Preferiría no decir nada, que cada uno haga volar su imaginación… ¿cómo será su hogar?
¿Por qué alguien querría tener cuatro mesas camillas si no es pitonisa? y, por otro lado, ¿cuántos brazos tiene el sofá de esa pitonisa?
Si os fijáis bien, os daréis cuenta de que los manteles tienen diámetros diferentes. Quisiera apuntar una teoría: forman parte de una serie de mesas camilla matruskas, que permiten optimizar el espacio del estar-comedor y flexibilizan mucho el uso y disfrute del mismo, consiguiendo una adaptabilidad total a cualquier tipo de situación. Sin nada más que aportar, me despido con un cordial saludo.
Gracias, Eva, por tu invitación. Fruto del azar accedí a tu Nido (serendipia, que diría alguien...), tomándome la libertad de pasear por tus escritos. Un placer conocerte a través de su lectura. Te animo a que te acerques a mi hogar virtual, al blog quemecuento, donde soy, donde moro, sin que medien tiempo ni espacio. Seas bienvenida, pues.
eso no es un sofá, es un pulpo!
ResponderEliminarBlanki
Si os fijáis bien, os daréis cuenta de que los manteles tienen diámetros diferentes. Quisiera apuntar una teoría: forman parte de una serie de mesas camilla matruskas, que permiten optimizar el espacio del estar-comedor y flexibilizan mucho el uso y disfrute del mismo, consiguiendo una adaptabilidad total a cualquier tipo de situación.
ResponderEliminarSin nada más que aportar, me despido con un cordial saludo.
Bienvenido, Miguel, a mi Nido.
ResponderEliminarGracias, Eva, por tu invitación.
ResponderEliminarFruto del azar accedí a tu Nido (serendipia, que diría alguien...), tomándome la libertad de pasear por tus escritos. Un placer conocerte a través de su lectura. Te animo a que te acerques a mi hogar virtual, al blog quemecuento, donde soy, donde moro, sin que medien tiempo ni espacio. Seas bienvenida, pues.
¡ Qué entrada tan ingeniosa unido a tu comentario !.
ResponderEliminarUn saludo.