El buen nombre

Ya saben cómo me llamo. Según mi madre, durante unos días o a lo mejor horas, fui Noemí, pero según parece no era del agrado de nadie; así que Eva también era un nombre hebreo y además corto, dos de los deseos de mi madre —a mi padre no le debieron de preguntar mucho.
Atendí por Beba, Sugus y el resto del tiempo La niña, pensé que cuando llegara mi sobrina podría ser Eva, de una vez para siempre, apenas tres letrillas de nada, pueden adivinar fácilmente que sigo siendo La niña. Como este año estoy en crisis, ya saben "Time goes by", y nada despacico, pues lo de La niña hasta mola. Será raro con 80 —en mi familia se usa mucho eso de llamar "chico" a uno de tu quinta y resulta que tienes 95.
Y últimamente soy Jul, también tres letras, que de repente puedo ver aumentadas a cuatro, Juli me gusta menos, Edu.
El buen nombre es importante para los indios. Hay un filme sencillo y cercano de Mira Nair, Namesake, en él se habla de una tradición que me encanta, a los bebés les ponen un nombre temporal, provisional, el auténtico viene más tarde, puede que no ocurra siempre pero en algunas ocasiones tu nombre "te pega", significa mucho para tu clan o para ti, refleja tu personalidad, o tu pasado, o un hecho crucial en tu vida.
Por otro lado siempre hay quien trata de alargarte el nombre, o bien Iiiiva, que es como me llamaban algunos egipcios, o Evita, que es una conjugación verbal que conviene evitar.
Soy la primera mujer, la oficial, porque según la tradición fue Lilit la primera, y además se piró de motu propio del paraíso.
Hechas las presentaciones, espero no aburrirles de ahora en adelante.

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