Dos fotógrafos, la fotografía

Por fortuna llegué a toparme de nuevo con una chica de espaldas, esta.


Mi segundo enamoramiento repentino de este verano son las fotografías de Emmet Gowin.
Esta muestra está "perpetrada" para caerme a los pies de este sereno fotógrafo y de la visión que tiene del mundo. Para participar de su mirada y del amor que contienen las imágenes. Porque, si te dejas guiar participas de una historia, de su historia y de su arte. Ya he escrito en alguna ocasión que es indescriptible la sensación que se tiene al comunicarse con el artista, al reconocer lo que te quiere contar (o por lo menos una parte), para algunos parece más sencillo sentirse identificado en un relato, las palabras les van ayudando a crear imágenes, pero a veces las imágenes son sinceras y te van "hablando" de sus protagonistas (animados o inanimados).
A medida que avanzaba en la historia, la sensación de algo conocido se hacía más clara, me sentía en casa y vais a saber por qué, por lo menos intentaré transmitirlo, con palabras.
Mi hermano es fotógrafo, desde que recuerdo siempre le he visto mirando, mirándonos, a través de su Pentax (luego ha habido más, pero a esa le cogí cariño), me he visto a través de su mirada y siempre me ha gustado cómo él me veía, de hecho nadie más me ve así, no tiene que ver con bellezas de anuncio, salir feliz, sonriente, lo he comprendido en el mismo instante en el que me metí en la cabeza la primera parte de esta exposición y recompuse (como Gowin quiere, estoy segura de ello) toda su afectividad.
Mi hermano podía pasar muchos minutos delante, con ese "ojo" entre nosotros, el resultado no era ni verdad ni mentira, solo era. El "ojo" miraba a todos; padres, madres, mujer, hija, abuelas, abuelos, hermanos, berenjenas y crustáceos varios, y así se va elaborando la historia de su afectividad.
En esta primera parte hay risas, hay costumbre, hay piel, hay vida, hay muerte.
Algún día después, cuando todavía estaba muy viva la obsesión, el ansia (quizá sea deformación de historiadora), trataba de rememorar las sensaciones, se publicó una entrevista al matrimonio Gowin en la que Edith (esa chica de espaldas susodicha) comentaba que el espectador sería capaz de "respirar" el amor hacia ella y hacia su familia en las fotografías de Emmet.
La muestra tiene una segunda parte bastante dura, unas fotos aéreas enormes demoledoras/bellas de la destrucción de la naturaleza por el avaricioso y soberbio ser humano, son pinturas abstractas monocromas de gran belleza.
Ahí llega la segunda sorpresa y empiezo a recordar diapos de hierros, óxidos, basura muy plástica y la belleza de la destrucción y el abandono que me gustaría que más gente pudiera compartir; o las innumerables en que se plasma lo a gusto que mi hermano se siente en soledad entre lo natural.
Al salir de esta exposición –parece que es la mayor de este fotógrafo– sentía tan fuerte ese vínculo entre dos fotógrafos de lugares diferentes, de edades distintas, que llamé inmediatamente a mi hermano para obligarle a verla, tan solo le dije que era necesario, que hiciera lo posible por acudir. Al fin lo consiguió y pasó dos largas horas empapándose. Le pregunté si le había gustado, me dijo que le había parecido emocionante, como si Emmet Gowin "se hubiera reencarnado", sentía que eran dos visiones de la vida muy parecidas, dos visiones de la fotografía muy parecidas o de lo que él cree que debe ser la fotografía y quizá el arte (esto es de mi cosecha).
Lo he captado y seguiré indagando con él sobre fotografía, sobre arte y sobre vida, por qué no.
Feliz cumpleaños, Davi.

Comentarios

  1. ¡Qué hermoso link entre hermanos! ¡Y qué interesante este texto como crítica de arte! No pienso perderme esta exposición; mañana mismo me voy a la Fundación Mapfre. ¡Gracias!

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  2. "Tu texto, amén de preciso y muy hermoso, resulta una invitación insoslayable a conocer la fotografía de Gowin, de quién lo ignoro todo. Gracias, pues, por tu eficaz pedagogía basada en una prosa intersticial y penetrante que tanto puede conducir al mundo inerte de las fotos como sobrepasarlo largamente hasta que agotes su sentido. Gracias y enhorabuena." Antonio Bernabéu, modesto habitante de Las Zorreras.

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