‘Share’ o no ‘share’, esa es la cuestión

No quiero meterme en jardines de los que no podría salir airosa, además para eso ya están los Freud y los Jung. 
Del comienzo del soliloquio más famoso, pero no por ello más inteligible de la historia del teatro me inspira la fonética, el típico doble sentido de siempre (el que diga que no tiene doblez, pues sinceramente, miente). Hamlet queda fuera del tema, un humano infeliz como nosotros que aterriza bruscamente en la verdad, y bueno, ya sabemos cómo acaba, al centrarse más en los ajustes de cuentas, las venganzas, en fin, un héroe suicida un tanto tontorrón aunque no falto de razón. No debe de resultar fácil sincerarse ante los demonios y fantasmas varios en la fría noche danesa, y pensándolo mejor es ese relente el que produce monstruos.
A lo mío, ahora se lleva el pienso y comparto, ese es el significado de "share" (otra vez el idioma colonizador). Yo misma me he apuntado a la moda, intentando que leais continuamente mis pensamientos, como hacía Hamlet, como si os importara. Es un poco distinto a hablar sola, que siempre he tenido costumbre, no exactamente sola, con ese otro yo más simpático y dulce que salía sin querer, y que me acompaña, como el Hamlet coraggioso, ese que ve el mundo en el que está metido de golpe.
De golpe el mundo también lo veo diferente, me siento diferente, siento un gran peso, y una cierta libertad y un gran vértigo desde esta ventana, y hablo.
¿Qué podríais encontrar de útil en todas estas letras? Es mi "ser o no ser".

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