El papel carbón

Reírse es bueno, vale, resulta que es evidente, vais a ver, o por lo menos os sonreiréis.
Me apunté —o eso creía yo, enseguida lo relato— a unos cursos de la ahora llamada Red de Empleo Estatal. ¿Es estatal la Red o el empleo?, para empezar ya es ambiguo de narices.
Comenzaré de nuevo, cuando comencé esta fase de desempleada consulté las fuentes, me metí en la gran telaraña y consulté el Plan de Formación, qué gran enunciado. Tardé dos días en consultar toda la oferta de cursos, un día en decidir cuáles hacía (sí, soy, soy indecisa, pero es que eran más de 500 cursos).
Fui a la oficina de empleo.
Por supuesto el portal digital y los cursos allí reseñados son virtuales, en su sentido estricto. Cuando llegas a la mesa de información dos seres empáticos te comunican que los cursos que has pasado dos días analizando no existen (claro, eran virtuales... pero tú no lo viste... en realidad existen algunos de los que has visto).
Entonces vuelves a empezar, las fotocopias, que no puedes llevarte, ni fotocopiar, contienen la información real, esta vez ya solo la analizas en seis minutos, ¿milagro?, no, es que es más corta.
Así que te decides.
Si te quieres inscribir en un curso has de rellenar un complicadísimo formulario (nombre, apellidos, DNI, código del curso). Se trata de una fotocopia en DIN A5, para los que no esteis familiarizados con el formato, lo que viene siendo la cuartilla de toda la vida, que por supuesto habíais abandonado al pasar a Secundaria, la vida ya era para vosotros en DIN A4 pero en la Red (la llamaremos así) las reglas cambian. El formulario, del cual no hay copia, se queda allí en la mesa.
Pasaron un, dos, tres, cuatro, cinco, seis, semanas... y aquella hojita y aquella hojita y aquella hojita se perdió...
Volví a la oficina y una de las dos empáticas me dijo que yo no estaba inscrita: "que si rellenamos mal las solicitudes, que si quizá se ha perdido... que si las tiramos..." quizá entró el viento por la puerta e hizo volar al sencillo papelillo.
...
Un sistema (el de empleo) demasiado cutre, perero, ramplón, ¿se acuerdan de la nave espacial con la que Tony Leblanc pretendía conquistar el espacio en 1970? (El astronauta, de Javier Aguirre).
Me río, ríanse conmigo, porque tiene gracia. No creo que podamos, ni debamos, tomarnos en serio a personas que creen que pueden salvarnos de la deriva de los continentes (crisis mundial y cambio climático), si la solución a las cosas domésticas, que también dependen de ellos son tan medievales.
Si mi abuelo estuviera vivo diría que por qué no se ha usado papel carbón, él lo usaba siempre. Es una reliquia del pasado... incluso mi abuelo lo es, una reliquia, quiero decir, pero hacía copias, con el papel carbón.
Con una copia de la hojita demostraría que me había inscrito, lo habría podido hacer otra vez y entrar quizá en la selección para el curso, ja, o no, pero, ¿por qué perder la oportunidad si la operación era muy fácil?
Tenemos los recursos, ¿cuál es el motivo para no usarlos?

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