¡Toma notas nuevas!


(Basado en hechos reales)

Trini es una mujer joven. Va sentada en el tren revisando su móvil. Sonríe de repente y todo su rostro se ilumina. Le acaba de llegar un mensaje de Tony. Hace más o menos un mes que salen juntos; y a veces le envía dibujos divertidos a media mañana.

Tony 
Hey :) 

Comienzan a conversar a través de mensajes.
Trini
Hola!!! :) 
Tony 
¿Qué haces?
Trini
Voy en el tren a una reunión.

Tony 
Quedamos esta tarde?
¿A qué hora llegas?

Trini 
Ok. Llego como a las 7. 
Tony Me han dado entradas para el teatro.
¿Quedamos en el sitio de siempre?
Confirmo luego.
Chau
Bsooo

Trini 
Ok. 
Besos

Después de la reunión ella coge el teléfono que puso en silencio para ver si hay más mensajes, pero no hay nada.
Se ha quedado sin saber ni la hora, ni el lugar y le escribe de nuevo para saber, pero no hay respuesta.
Trini coge su tren de regreso a la ciudad, ya desde su asiento prueba a llamar, pero Tony no contesta y se empieza a poner nerviosa y a preguntarse por qué no lo hace. Primero, piensa que le ha podido pasar algo y le vuelve a escribir preguntándoselo. Luego pasa a pensar que quizá él cambió de opinión, pero ¿por qué no se lo dice?
Le parecía que todo iba bien, estaban bien, pero a lo mejor está equivocada y revisa sus mensajes a ver si ha dicho algo raro. Después, la preocupación se va convirtiendo en enfado. Se está cansando de esperar respuesta y cada vez está más enfadada.
El tren ya ha llegado y no sabe muy bien qué hacer, si ir al punto de encuentro o marcharse a casa y dejarlo para otro día, o para nunca. Al final, decide ir.
Sale del vagón de metro y sube las escaleras de la estación, muy rápido, pensando que si le ve no podrá contenerse. Si no le ve tampoco podrá hacerlo, pero pasará una mala coche o quién sabe cuándo podrá hablar con él. El pasillo hacia la salida se le hace larguísimo.
Cuando sale no ve a Tony por ningún lado, enciende de nuevo el móvil para ver la hora y mira de nuevo a ver si lo ve.
Avanza unos pasos y, de improviso, ve una nota adhesiva. Y, un poco más adelante, otra pegada a una cabina. Tiene un dibujo que le resulta familiar. Se acerca, la mira bien y lee:



Se muestra entre preocupada y sorprendida, ¿es para ella? Claro, son sus nombres. Por un momento, piensa que él estará allí, en algún lado. Mira a un lado y a otro, pero no le ve. Sin embargo, ve otra nota, y otra más. Poco a poco el desconcierto se le va pasando. Después mira un poco más allá y ve que la plaza está sembrada de notas iguales pegadas a distintas superficies (en una moto hay una, hay tres en una cabina, otras en los bancos, etc.) con el mismo mensaje y el mismo dibujo. Un montón de ellas, por todas partes hay cuadrados amarillos. 
Se da cuenta de que el enfado ha quedado en suspenso.
Está, de pronto, emocionada. Nerviosa, vuelve a mirar la nota y el móvil, ¡son las ocho y diez! Se para a pensar un momento y después, empieza a caminar deprisa, retrocede y baja las escaleras del metro.
Sale del metro a toda prisa. Llega corriendo, casi exhausta, cuando están a punto de cerrar la puerta del teatro. Tony sonríe, respira y dice.
–¿Ves? Ya te dije una vez que hay métodos de mensajería que nunca te fallan, no necesitan batería y son low cost –le enseña el paquete de notas que no ha usado. ¡Y con un paquete te lleno una plaza!
Ella se lo piensa bien antes de contestar, también respira y luego sonríe. Bueno, esta vez acaba bien… –mostrando uno de las notas que se ha guardado.
–Menos mal que no llovía, ¿no, Tony? Quién sabe dónde estaría yo ahora…
–La lluvia la aguantan. Que lo dice, mira.

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