Cada coma en su lugar

La coma es un signo travieso y juguetón. A veces puede correr y correr, y desaparece por todo un párrafo; otras veces, se cansa nada más empezar una frase y te la encuentras sentada delante de un verbo.
La coma debe pararse a descansar en el momento justo y el sitio adecuado, no debe beber demasiado café y ponerse nerviosa o al buen lector parecerá que le ha entrado el hipo.
Esta mañana, al despertar, la coma se ha escabullido y no la encuentran por la página ni con radar; tenía que haber aparecido en el segundo párrafo de un texto, en una cadena de oraciones coordinadas.
Me han movilizado a la batida, urge encontrarla antes de que el lector sufra una asfixia fatal y una total falta de comprensión.
Tras un rato de búsqueda, la he encontrado guiñándome un ojo bajo un punto, ¡descarada!
La he puesto en su lugar y se ha ido sin rechistar al segundo párrafo.
Parece sencillo tratar con la coma, pero un desliz y se paseará por tu página como le dé la gana, descansará donde le apetezca y habrás escrito algo que no querías escribir.
Hace tiempo que nos conocemos, la coma y yo, conozco sus estrategias. ¿Quieres mantenerla a raya?
Antes de entregar tus textos, avísame para revisarlos.
¡Ni una coma rebelde más!

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