Sin ventanas amarillas

¿Sabes que han pintado nuestras ventanas? Ya no vivo en una casa con ventanas amarillas.
Alguno pensó, y decidió, darlas un color más sufrido, ¿no se dice así? Alguno empeñado en corregir la extrañeza y la belleza.
¿Qué significa? Creo que significa que la mugre que sale y la que entra se encuentran en un punto medio marrón sin ninguna luz ni interés. Después, esa materia grasienta y pegajosa que fabrica este lugar entrará en nuestras vidas, se solidificará y no nos desharemos de ella jamás. Solo lograremos extenderla, pero no la limpiaremos nunca.
No quiero estar más aquí, no le veo ningún sentido a compartir mi vida con esas ventanas sufridas. Tendré que irme, no tengo otra opción.
Es que estaba muy unida a esas ventanas. ¿Cómo me encontrarás ahora?
Te lo digo yo: ni en mis sueños. Así que he decidido que iré yo en persona a buscarte, a mis sueños.
Tomaré ese camino que va cerca de la vía: tiene árboles a un lado, pequeños, parece que no crecen, es como si los volvieran a plantar una y otra vez desde hace años. Están a unos metros uno de otro, pero da la sensación que nunca dan sombra ni protegen al peregrino del agua o el viento. Ese es el lugar en el que el tiempo se ha detenido. Me gusta mirar esos árboles desde aquí, acercándose rápidamente y haciéndose cada vez más grandes. Y ya sabes, que me gusta la repetición, esa repetición machacona como en el mejor Vivaldi.
En estos años de idas y venidas solo los he visto desde aquí, es hora de ir por ese camino.
Nos vemos allí, pronto.


Comentarios

Entradas populares