La empresa

(Basado en hechos reales)

–He soñado contigo. Eres más guapo en mis sueños, ¡wow! Siempre te he visto más de lo que eras, más guapo, más listo, más interesante… que nadie… que yo.
Me coges de las dos manos, en mi sueño, o sea, en este sueño que te digo y además hay un montón de luz y llevamos ropa monísima. Y él le pregunta, o sea a mí: "¿tú me quieres?", no puede ser porque sabe, sé, que no es real, que no podemos, pero contesta, contesto que sí, que desde que llegó. Es como en un videoclip, no sé cómo no me doy cuenta a tiempo y me despierto. En cambio, no, me divierto, no lloro, ni vomito, claro. Despierto con dolor de cabeza, no me acuerdo, pero creo que han sido pocas horas de sueño o quizás sea más una pesadilla.

–Decías eso que me ponía de los nervios: "al que madruga…". Respondí de muy mala leche una vez: "No creo que dios le ayude, creo que le proporciona más horas que rellenar de nada, que le hacen sentirse super infeliz." Tú te reíste. Tú madrugas, ¿por qué? Para hacer más cosas… qué loco, el tiempo es para que pase, no se puede detener ni aprovechar como la pasta de dientes.

–Tú mientes, y yo a ti. Cuando me preguntan ¿"qué tal"? Me creen porque yo lo digo, pero en mi cabeza es totalmente distinto, todo ocurre de otra manera. Pasan microsegundos de incertidumbre en los que estás tentada de decir que no muy bien o lo de "tirando", porque es la verdad, tiras aunque tengas ganas de irte a dormir y no salir de la cama hasta marzo, pero te apiadas finalmente y elaboras esa mentira que le exime de aguantarte, o sea, de sujetarte, no quieres pasarle esa responsabilidad, liberas al otro con un "bien" y ya se puede continuar la conversación desde la isla de la ficción o el lugar común.

–Espero que esta noche me dejes dormir y no vengas con tus cosas, con tus grandes ideas, no hay razón para que empiece a tener ahora insomnio si iba bien hasta ahora, las noches son lo mío, dormir es una actividad que controlo perfectamente. Se puede ser optimista, pero de día. Es que tú no te cansas nunca.

–Es muy difícil caminar contra el viento, detesto ese viento, será cosa de TOC. Nunca sopla como quiero, me distrae, me despeina, me descentra, me desanima, me desanda… y no tengo barco, que es para lo único que sirve el viento, no lo necesito. Te ríes porque busco deprisa un peine, explotas de risa. Vale, pero tú no sabes bailar.

–¿Sabes dónde estoy? Mirando el escaparate de una tienda de muelles. Los hay de todos los tamaños, pequeños como los de los bolis y enormes como… no sé para qué se usa ninguno, hay grosores increíbles, y otros superfinísimos, los hay de muchas vueltas y otros en cambio de una sola. Es maravilloso, el paraíso del muelle, no he visto una cosa igual…
¿Que de qué estoy hablando? De un lugar único que va a desaparecer en cuanto su propietario tenga la buena idea de jubilarse, uno de esos sitios con cierta poesía que se irán para no volver.

–Siempre has sido más listo, hasta convertiste esto que hacemos en una especie de labor social. Llegué un día del trabajo y vimos Tú asesina que nosotras limpiamos la sangre, porque tú querías que yo captara tus intenciones a la primera, me hizo poca gracia y no entendía por qué veíamos algo tan friqui, pero tú te volviste hiperactivo de repente, no sé cómo pensaste que así me explicabas mejor la idea y que me iba a volver loca por empezar una empresa como esta. Lo que entendí, primero, me asustó, no sabía si querías ponerte a matar gente y, recordando lo que gritabas solo con cortarte un dedo con un papel, me parecía poco probable. Hasta habías hecho un plan de negocio teniendo en cuenta las estadísticas de los tres últimos años y elegido el mejor nombre: Especialistas en Limpieza de Escenarios Traumáticos.
Me parecía más sencillo lo primero. ¿Te refieres a limpiezas generales en teatros y macroconciertos? pero no te hizo ninguna gracia, pusiste esa cara… bueno esa que pones. El informe sobre la propagación de enfermedades debida a los fluidos tendría que haberme dado la pista definitiva.
Lo he intentado, he aprendido tanto sobre sangre, plasma, sesos y otros fluidos, lo reconozco, pero no pienso en aprender más, ya sé lo suficiente, ya he visto suficiente.
He pensado bastante y esto no va a funcionar.
Por cierto, he dejado aparcado el camión delante del teatro porque es uno de esos pocos sitios donde no hay parquímetros y cuando lo he mirado ahí he explotado de risa, así espontáneamente, no habría encontrado mejor lugar para dejarlo… "escenarios" "teatros"… con sus letras plateadas y brillantes sobre fondo negro, hasta en eso pensaste, "que llamará mucho la atención".

–Puede ser que me ofrezca como socia-heredera al vendedor de muelles o me ponga a pasear perros… no, que también hay que recoger fluidos. Adiós.

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