El happy day

He visto una foto. Quedan muy pocos caminos como el de esa foto, rectos, con desniveles suaves y árboles muy altos y ancianos a ambos lados. A lo mejor ya ni en los buenos sueños o tal vez hay que irse a buscarlos.

Una de mis rutinas a diario de la tarea de comunicar es rastrear si la jornada es especial por alguna razón: el aniversario de algún escritor muy muerto, de alguna obra artística o literaria o de personajes históricos o variopintos que han hecho nuestro presente mucho más cómodo que el suyo; después está esa lista interminable de días mundiales o internacionales, universales, europeos de asuntos muy serios: el niño, la niña, el humano, el ártico, el cáncer, el agua, la Madre Tierra, ‘etecé’, todos muy pedagógicos, todos recordándonos que hasta que no desaparezcan del calendario no podremos decir que la cosa va bien, vamos que, como el mundo da asco estamos lejos de solo celebrar nuestro propio aniversario hoy; y por supuesto están esos días muy chorras que acaban cuajando mucho: de la sonrisa, del beso, el del orgullo zombie, o el día sin ropa, sacad vuestras conclusiones.
Algunos son muy viejos en el calendario y otros aterrizaron hace poco. Uno de esos jóvenes es el Día Internacional de la Felicidad (20 de marzo), apenas dos años de vida tiene y no estoy segura de que se entienda bien qué pinta. Asombroso que algo tan anhelado e inexistente por todo humano en este mundo no esté presente en la agenda desde hace más tiempo. Así que, como de costumbre, busco recursos literarios, gráficos o algún blablablá.
A primera vista pienso: "tremenda chorrada", sonrisas, cancioncillas y "la vida es bella". Aparte del juego vistoso que pueda dar resulta que es una de esas palabras que nos cuesta definir y que cuando nos preguntan sobre ella no sabemos muy bien por dónde tirar y acabamos divagando o más bien a la deriva, en vez de responder que ni idea. 
Unos piensan "de eso no tengo, lo defino fácil", otros piensan que sí tienen de eso y tratan de imponer su propia visión: encontrarse bien con uno mismo, realizarse, un estado de equilibrio, poder disfrutar con la gente que se quiere, fluir (muy de moda y que provoca carcajada, nunca me he sentido como ningún tipo de fluido)… parece que entre todas se podría ajustar una definición válida.
Así que me da por explorar y tratar de encontrar algo aséptico. Y no
 empezó bien: 

felicidad.


1. f. Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien.
2. f. Satisfacción, gusto, contento.

El diccionario, como tantas otras veces, decepcionante, o quizá no hay más, who knows. La segunda parece más encaminada a eso que se llama bienestar. De todos modos he de dejar de usarlo como fuente primera.

Busqué una segunda opinión, sabiendo que me estaba metiendo en un barrizal. No me pondré pelma, resulta que hay unas claves, una especie de receta, los ingredientes son: autoaceptación, equilibrio entre emociones positivas y negativas, optimismo… si tenemos esto, vamos por buen camino, por cierto, no viene sola sino que hay que buscarla y tenemos que provocar estos estados, hacer un entrenamiento. Lo tengo chungo con algunos puntos.

Continúo con lo del Día Internacional. A una segunda vista, la cosa me pareció algo más seria. Muchos de estos "días" comienzan con una resolución de la ONU, esta dice fundamentalmente esto:

"(…) la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental,
la felicidad y el bienestar son objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y es importante que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas,
Reconoce "también la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos".

Y esto fue lo que me dio la clave, tú y yo ya sabíamos que el mundo es infeliz y que cada vez es peor y da más asco. Que los que tienen el poder para que "fluyamos" están pensando en otras cosas y el resultado es malestar. He leído que en Bután, antes de aplicar una política valoran la felicidad que puede aportar a las personas, la Felicidad Interior Bruta la llaman. La ONU insta a todos los estados a que piensen en políticas para hacernos felices, al fin y al cabo. Se han dado cuenta, nos hemos dado cuenta, de que hasta esto hay que reglamentarlo, codificarlo porque si no la cosa se nos va de las manos.
Se llega a un par de conclusiones rápidamente: para ser felices individualmente necesitamos un duro entrenamiento, pero para ser felices colectivamente algunos estados no llegan ni a los mínimos. Para conseguirlo individualmente tendríamos que poder contar también con nuestros estados y si no ayudan la única posibilidad es intentar lograrlo sin ellos o a pesar de ellos…
Me encuentro sin poder salir de este barrizal (consuela saber que milenios de filosofía tampoco), después de que haya pasado un tiempo me doy perfecta cuenta de que de nuevo esta es una fecha para la anécdota, "sonrisas, cancioncillas y ‘la vida es bella’". Vosotros también, lo sé. El objetivo de la reivindicación es demasiado etéreo. Así que, puestos a pensar en cosas etéreas me voy ahora mismo a ese camino que algún estado me arrebató.

Comentarios

  1. Dicen que la felicidad es un viaje, no un destino. Por mi parte, creo que me equivoqué de bus.

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